Como mentir y no asumir
que extraño tu piel…
Que tus palabras mueven
montañas de recuerdos encerrados entre cuatro paredes, gemidos que me corretean
como fantasmas.
Aun despierto sintiendo que me queman tus manos,
que me susurras al odio, una brisa cualquiera genera electricidad como las
descargas que me dan tus besos.
Tu voz en susurros me
recuerda que el paraíso existe, que no necesito morir para expiar mis culpas,
ni sacrificar a nadie en el intento.
Que hay charcos de
lágrimas acumulados en cada rincón de esta casa, que ya no sabe a casa porque
no estas.
Que daría todo para
olvidar que ya no somos, que ya no estamos, que ya tus sonrisas jamás inundaran
cada rincón de mi alma.
Al final solo tengo
claridad de que seré siempre tuya.
Dulce e inquieta, amorosa
y distante, siempre viciosa de tu cuerpo.
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